En tu biblioteca en pleno 2024, utilizas un sistema de clasificación que fue inventado hace más de un siglo. Es sin duda increíble que, a pesar de sus muchas modificaciones, sigan existiendo los grandes sistemas de clasificación del que considero el siglo de oro de las bibliotecas, el XX. En esos años, la bibliotecología avanzó a pasos agigantados. Se crearon la Bibliografía, la Documentación, los Sistemas de Clasificación, principios de catalogación y muchísimos avances en nuestra ciencia.
Sin embargo, desde hace años, cuando estudiaba la clasificación colonada de Ranganathan, pensaba que los sistemas de clasificación deberían haber avanzado más. Tenemos muchos recursos electrónicos y multidisciplinarios que tratamos de clasificar con las nuevas actualizaciones de los sistemas de clasificación. Pero ha llegado un actor que puede cambiar todo el juego: la inteligencia artificial.
Por eso hoy quiero analizar cuáles son mis ideas sobre la evolución de los sistemas de clasificación para el futuro.
Comprendiendo los sistemas de clasificación
La clasificación es un proceso natural en los seres humanos. Necesitamos clasificar todo a nuestro alrededor para facilitar nuestra comprensión y comunicación. Separar a los perros de los gatos, a pesar de que ambos tienen cuatro patas, bigotes y dientes afilados, es un ejemplo de cómo clasificamos para entender mejor nuestro entorno. Partiendo de que la clasificación es una forma de facilitar nuestra comprensión del mundo exterior, era claro que las bibliotecas, donde la organización es una prioridad, desarrollaran sistemas de clasificación que agruparan los libros de la misma manera que separamos a los diferentes objetos.
Podemos definir la clasificación que realizamos en las bibliotecas como un proceso en el cual, partiendo de un análisis de un documento, determinamos la temática general y le asignamos una clase dentro del sistema de clasificación. Aquí hay una breve disyuntiva: es un proceso que depende mucho de la cantidad de información que logres analizar sobre el material a clasificar y, basándote en esto y en tu experiencia previa, clasificas de una manera u otra. Este proceso depende mucho de la subjetividad de la persona que lo realiza, lo cual enriquece el proceso porque, por un lado, puede variar mucho, pero a su vez aporta mucha riqueza y personalización, dependiendo de la biblioteca en donde se realiza. Por ejemplo, un libro en una biblioteca especializada tendrá una clasificación mucho más específica que en una biblioteca general, porque además de todo lo anterior, también tenemos más información sobre un mismo tema, por lo que necesitamos ser muy específicos para mejorar su organización.
Esto es fundamental porque la clasificación no afecta los programas en cuanto a la interoperabilidad entre sistemas.
Explorando el futuro que nos espera
Aunque desde hace años se ha innovado muy poco en esta área, no se ha mejorado lo que tenemos ni se ha creado un nuevo sistema adaptado a la realidad actual y que sea flexible para cualquier lugar. En mi opinión, como lo que tenemos nos funciona, no hemos innovado; parece ser que ya todo está inventado en este aspecto.
Ahora bien, una inteligencia artificial es capaz de encontrar similitudes en cosas que los seres humanos no podemos distinguir, y esto es fundamental porque las IA son muy buenas para realizar procesos de clasificación. Esto no quiere decir que sean así de buenos para usar un sistema de clasificación, pues pueden equivocarse, como hemos visto con ChatGPT en las numerosas pruebas que le han realizado otros colegas.
Un cambio que se puede realizar es la creación de un sistema de clasificación personalizado, basado en el tamaño de la biblioteca y en los materiales ya existentes, e inclusive puede tomar en cuenta la experticia de los bibliotecarios para diseñar un sistema de clasificación personalizado. Otro aspecto a considerar es la capacidad de ser ampliado en el futuro. Las bibliotecas que cuenten con sistemas automatizados pueden analizar cuántos ejemplares tienen y, contando con esto, crear una clasificación más específica que facilite al usuario la localización física de los ejemplares en la sala.
Posibles aplicaciones de IA en la clasificación bibliotecaria
Clasificación automática de nuevos materiales: Una IA podría analizar automáticamente nuevos libros, artículos o recursos electrónicos, identificando sus temas y asignándoles una clasificación precisa. Por ejemplo, si una biblioteca adquiere un nuevo libro sobre inteligencia artificial aplicada a la salud, el sistema podría identificarlo y clasificarlo bajo ambas categorías, facilitando su búsqueda para los usuarios interesados en cualquiera de los dos temas.
Optimización del espacio físico: Utilizando datos sobre el uso y la rotación de libros, una IA podría sugerir reubicaciones de materiales para optimizar el espacio físico de la biblioteca. Por ejemplo, si se observa que los libros sobre ciencia ficción tienen una alta rotación, estos podrían ser ubicados en áreas de fácil acceso, mientras que los menos consultados podrían moverse a áreas menos prominentes.
Actualización dinámica de clasificaciones: Con el tiempo, la relevancia de ciertos temas puede cambiar. Una IA puede reanalizar periódicamente el contenido de la colección para ajustar las clasificaciones según las tendencias actuales y la evolución de las disciplinas. Por ejemplo, un libro sobre tecnologías emergentes puede ser reclasificado conforme esas tecnologías se desarrollan y se convierten en convencionales.
Clasificación basada en el uso y demanda: Una IA puede analizar patrones de uso y demanda para ajustar las clasificaciones y ubicaciones de los materiales más consultados. Por ejemplo, si se observa un aumento en la demanda de libros sobre inteligencia artificial, la IA podría reclasificarlos para que sean más accesibles y fáciles de encontrar.
Estos ejemplos muestran cómo la inteligencia artificial puede transformar los sistemas de clasificación y la gestión de bibliotecas, adaptándose a las necesidades contemporáneas y mejorando la eficiencia y la accesibilidad para todos los usuarios. Por Luis Enrique Lescano Borrego